miércoles, 19 de septiembre de 2012

El cuarto de recuerdos

Por Amanda Pérez
Agosto 2012

Una puerta pintada de blanco nos da la bienvenida al cuarto. Es el mismo de hace 14 años, pero casi todo en él es diferente.

Al entrar lo primero que se ve es la cama matrimonial tendida con un cubrecama de color crema que apenas se nota, pues hay un montón de ropa sobre él.

Los muebles de samán siguen siendo los mismos, pero tienen muy pocos objetos en sus superficies. Una de las mesas de noche, la de la derecha, tiene una lámpara rosada, un reloj rojo y una figura enorme de San José junto a Jesús; la otra mesa tiene el mismo teléfono de disco de hace tantos años.

El cambio más drástico se ve en la peinadora, pues ya no está llena de montones de portarretratos y joyeros. Ahora tiene unas tres fotos y unos cuantos cepillos; el espejo está más limpio y todo el mueble brilla.

En las gavetas de la peinadora aún quedan unas cuantas joyas, sobre todo collares. Todos son de un color y tamaño distinto; uno es verde, el otro es blanco, hay uno rosado y uno rojo. También hay unos lentes de sol de montura dorada; parecen de los años 70, pero quedarían bien en esta época.

Las novelas de Corín Tellado ya no habitan dentro de la gaveta de la mesa de noche de la izquierda. Allí sólo hay unos cuantos papeles viejos, pinturas de labios y el cargador de repuesto del celular. Al lado de la peinadora había un enorme baúl tapado por una sábana blanca con dibujos de hojas anaranjadas y marrones, ahora sólo está el vacío. En el suelo de color gris oscuro aún quedan las marcas de ese mueble.

El enorme gavetero que estaba frente a la cama también desapareció. Sobre él había varios santos de un tamaño poco manejable; San José se erguía en el medio junto a un Jesús muy joven, la Virgen María estaba a un lado con los brazos abiertos, y al otro lado Jesús cargaba la cruz y sufría con la corona de espinas en su cabeza. Hoy en día San José y Jesús habitan sobre la mesa de noche, y en lugar del gavetero hay un mueble delgado de color negro con puertas de vidrio.

Otra novedad es que ahora hay un televisor sobre ese mueble negro; es pequeño y nada moderno, pero no desentona. Un montón de libros azul oscuro se ven a través de las puertas de vidrio del mueble negro, ninguno es de Corín Tellado.

En las paredes, pintadas recientemente de blanco, están las mismas fotos de hace mucho, mucho tiempo: la boda de los abuelos, el cumpleaños de la madre, la foto de la hija cuando era una bebé. El piso brilla con toda su fuerza, aunque tiene una que otra marca, pero ya no está la cama de Freddie, el perrito pequinés.

El closet sigue siendo el mismo, pero está lleno de ropa que nadie se pone. Dentro de él hay una caja de herramientas, es nueva y está guardada con mucho cuidado. En la mayoría de las gavetas hay papeles de hace más de 40 años y álbumes de fotos en blanco y negro.

En la gaveta que está más alta dentro del closet hay un portarretratos de madera; tiene un lado roto, pero la foto se ve perfectamente. Allí aparece la abuela sentada en el extremo de la cama junto a su perro pequinés, atrás de ella se ven los santos sobre el gavetero. Si se mira de cerca se nota que hay una novela, seguramente de Corín Tellado, en el extremo derecho de la foto.